Los cerca de 280.000 metros cuadrados que abarcan el parque de la Vuelta del Castillo y su epicentro, el antiguo bastión de la Ciudadela, erigen a esta zona de Pamplona como uno de los principales pulmones de la ciudad. El parque se sitúa a escasos metros del centro de la ciudad, donde la avenida de Pío XII se cruza con la del Ejército, y cada día es transitado por un abundante número de personas que recorren sus tranquilos caminos mientras pasean, hacen algo de deporte en sus zonas verdes, o se acercan a la nueva estación de autobuses –ubicada en uno de los extremos del parque, el que colinda con la avenida Yangüas y Miranda–. Con el fin de hacer más agradable su paseo, la Vuelta del Castillo cuenta con bancos, fuentes, esculturas e, incluso, un par de rosas de los vientos, que surgen a lo largo de los caminos que envuelven el parque. La función militar por la que fue mandada construir a finales del siglo XVI por el monarca Felipe II no pasa desapercibida, pues todavía en la actualidad se pueden apreciar parte de las robustas murallas, los fosos, glacis, baluartes y portones fortificados que, a la vez que defendían la ciudad de ataques enemigos, permitían el acceso a la Ciudadela. Su localización en pleno corazón de la ciudad, la gran extensión de zona verde cuidada, el conjunto de árboles castaños que rodea cada uno de los caminos dispuestos alrededor del parque y la evidente fusión con los restos históricos de la antigua Pamplona, que llevan al paseante a épocas pasadas, hacen de la Vuelta del Castillo uno de los lugares de paseo más emblemáticos de la capital navarra.