La Ciudadela nació para proteger Pamplona del enemigo, a instancias del rey Felipe II, quien la mandó construir en 1571 con el fin de hacer frente a las constantes incursiones del ejército francés. Su estructura original tenía forma de pentágono regular con cinco baluartes en los ángulos, pero la construcción del Primer Ensanche de la ciudad obligó al derribo de dos de ellos. Los restos del de San Antón salieron a la luz con la construcción del Palacio de Congresos y Auditorio de Navarra, Baluarte y fueron integrados en el diseño del edificio.
Descubre la imponente Ciudadela adentrándote en ella a pie por la Avenida del Ejército o por la Vuelta del Castillo.
El ingeniero militar italiano Giacomo Palearo, «el Fratín», fue el artífice de este sofisticado sistema defensivo, de moda en la época y similar al existente ya por aquel entonces en la ciudad belga de Amberes. En el siglo XVIII el recinto se rodeó con un sistema de contraguardias, caminos cubiertos, medias lunas y escarpas. Llegó a convertirse en cárcel, recibiendo entre sus rejas a personajes ilustres de la talla del ministro Urquijo o el conde de Floridablanca.
La Ciudadela fue tomada una vez. En 1808, aprovechando una gran nevada, el ejército francés acertó a ocupar la fortificación ante la confusión del lanzamiento de bolas de nieve entre ambos bandos.
Ya en el siglo XX, en 1964, la Ciudadela de Pamplona fue entregada al consistorio pamplonés que se encargó de su remodelación otorgándole un uso público. Es escenario de actos multitudinarios como el lanzamiento de fuegos artificiales todas las noches de San Fermín. Además, combina su uso recreativo con el de recinto cultural, ya que la conservación y remodelación de antiguos edificios militares ha permitido su uso actual como sede de exposiciones y muestras culturales, sobre todo de arte contemporáneo.
Hablamos del Polvorín y el Pabellón de Mixtos, los más antiguos, y la Sala de Armas, de finales del XVIII, junto con el Horno.
(Fuente: turismo.navarra.com
Fotografía propia de Planeta Pamplona)