El viernes fue el traslado de la Dolorosa, una de esas tradiciones pamplonesas que, cada año aglutina a cientos de personas.
Nuestra Señora de la Soledad, o Dolorosa es la imagen más antigua de los pasos de la procesión de la Semana Santa de Pamplona. Y es el único paso que es propiedad municipal. Tiene, además, sus propias tradiciones y también su propia cofradía. Por ejemplo: las Hermanas de la Soledad visten a la virgen y la Hermandad de la Paz y la Caridad es la que les saca por las calles de Pamplona. Como curiosidad: el año pasado 2023 formó parte del grupo de porteadores la primera mujer: Amaia Arribas Aguirre, de 18 años, pasará a nuestra pequeña historia pamplonauta como pionera de las porteadoras que vendrán en el futuro.
El caso es que la Dolorosa sale poco de su capilla en la parroquia de San Lorenzo; pero dos citas imprescindibles son el Traslado (viernes anterior a viernes santo) y el Retorno (la medianoche de viernes santo) de la Dolorosa.
Y PLANETA PAMPLONA que nos gusta apuntarnos a todo, estuvimos en el traslado de la Dolorosa el pasado viernes.
¿El recorrido? EL habitual: paseo de Doctor Arazuri, calle Mayor, San Saturnino, con parada para escuchar las preciosas canciones que le cantan (este año, como novedad y teniendo en cuenta la afluencia y que había un andamio, se metió a los músico dentro del pequeño claustro de la iglesia de San Cernin, cerrados por las verjas metálicas), plaza consistorial, Mercaderes, calle Curia y Catedral.
La Dolorosa también forma parte de nuestro libro EL SECUESTRO DE SAN FERMIN. Solo tenéis que buscarla por el mes de abril y ahí la encontraréis, conversando con Siria, Saira, Pampilón e, incluso, Joaquín, que siempre va a visitarla. Beatriz avatarizó su rostro para nuestro PLANETA PAMPLONA y consiguió una imagen con tanta expresión que, sinceramente, creemos que apasiona.
Y no podemos quedarnos sin hablar de su autor, Rosendo Nobas y Ballbé (1838-1891), alumno de la Escuela de Lonja, profesor en ella desde 1877, y el mejor discípulo de los Vallmitjana. Realizó una gran cantidad de bustos y monumentos, y destacó como restaurador de la técnica de la terracota. En 1883 realizó este paso que, según se cuenta, costó 200 pesetas más las 48 que costó el embalaje y el transporte. Se trata de una imagen «de vestir» por lo que sólo tiene talladas las manos y la cara. Su belleza ha merecido elogios y despertado leyendas. Su primer manto fue encargado, también en Barcelona, a la Casa Roca y Casadevall. Sin embargo, el segundo y actual fue realizado en Pamplona por las Madres Adoratrices y estrenado en 1960.
Y sobre la expresión de dolor…. Cuenta la leyenda que Rosendo, su autor, terminó enloqueciendo porque nunca más después de aquel 1883en que esculpió a nuestra Señora de la Soledad supo volver a representar todo ese dolor reflejado en unos ojos.