Mirando al Arga, nuestro río favorito, el que acaricia nuestra ciudad y que un día surcaron vikingos, tenemos el pulmón de Aranzadi. Algunos piensan que es la vuelta del castillo quien llena de aire nuestra ciudad pero sin duda ayudado por La Magdalena con este parque fluvial de Pamplona y su meandro.
Dentro de él hay una preciosa historia de familias, una construcción que fue regalo de un pamplonés a su mujer María Ángeles. Eugenio Arraiza (si es que los Arraizas somos la leche…), para curar males de «morriña» la deleitó con este hórreo asturiano, el único de Iruñerría y que recientemente ha sido rehabilitado. Hoy galardonado de una zona de aposento de piedra rompiendo el precioso verde que decoraba el suelo hasta la actualidad, y que personalmente no me ha gustado nada ya que pierde mucha esencia y belleza. Habría que preguntarle a la mujer de Eugenio si estaría de acuerdo con endurecer el suelo donde se sujeta su precioso regalo. A nosotros nos parece una pena; pero, sobre gustos, los colores…
A 30 kilómetros a la redonda se queda huérfano sin poder mirar a su hermano más cercano situado en la Valdorba. Son dos de los principales hórreos que hay en Navarra. En total, suman 22. Pero este es muy especial porque fue un regalo de amor; y también porque fue traído desde Asturias pieza a pieza para decorar las huertas de Aranzadi, un entorno increíble por el que a los pamplonautas nos gusta pasear. Yo, cada día hasta hace un mes, paseaba a mi roja Euskal Artzain Txakurra Gorbeiakoa por este entorno precioso y me paraba a observar el arco decorado de la casa de este matrimonio, y mirando al hórreo observaba a mi Txakur, su lugar favorito para ir a oler la hierba que ahora han cambiado por cemento… La recordaré siempre, como se recuerdan los momentos preciosos de la vida, siempre en la memoria, como un regalo que, en este caso tiene al hórreo como protagonista…
Cuentan que, antiguamente, el hórreo se utilizó de almacén y más tarde de techumbre para herramientas y vehículos agrícolas. Se sujeta sobre 6 columnas, la mayor parte de su contenido es madera y un día con el paso del tiempo hubo que rehabilitarlo por el ayuntamiento de Pamplona para recobrar su estado original.
Nosotros, el equipo de PLANETA PAMPLONA dejamos volar la imaginación cada vez que nos cruzamos con este tipo de curiosidades de nuestra ciudad. Y, aquí, hay historias y curiosidades que darían, desde luego, para seguir escribiendo las aventuras de Siria, Saira, Pampilón y los demás. Los Capuchinos del convento, una corneta en un árbol, una barca… Los inviernos antes eran duros en Pamplona… ¿Algún pamplonauta ha oído hablar de esto? Nos encantaría que nos lo dejarais en los comentarios