“Porque llegaron las fiestas de esta gloriosa ciudad…”
Por fin ha llegado el 6 de julio. El día que muchas y muchos llevamos esperando todo el año. Porque estoy segura de que a muchos de vosotros os pasa como a mí: que amanecéis el 6 de julio con la misma emoción y los mismos nervios en el estómago que sentíamos cuando éramos niñas, la mañana de reyes, y saltábamos de la cama corriendo al salón para ver los regalos que nos habían dejado los Reyes Magos.
Ahora los regalos de los Reyes Magos son otros. Son 204 horas de emoción y de fiesta que comienzan a las 12 en punto, con el lanzamiento del txupinazo, y terminarán el 14 a las 12 de la noche, con el Pobre de Mí. Y, entre medio, tantas emociones, historias vividas, personas con las que reencontrarnos, besos, risas, bailes, ilusiones, canciones, olores… Y el papel de regalo, en esta ocasión es nuestra camisa blanca, el pañuelo rojo (que este año luciremos con orgullo llevando el logo de PLANETA PAMPLONA), los pendientes sanfermineros, la faja, algunas, hasta las alpargatas… Estos últimos años no, porque en los dos últimos años la lluvia ha querido hacer acto de presencia en el comienzo de las fiestas, como si quisiera demostrar que es una de las protagonistas principales de nuestra ciudad…
He vivido 6 de julios épicos. Como aquel año que fui con mis padres hasta el medio de la plaza del Ayuntamiento y como tuvo que entrar un camión de bomberos, nadie pudo volver a poner los dos pies en el suelo, o varios almuerzos con decenas de amigos en la terraza de mi casa. También un año que había reñido un 5 de julio con un novio que pasó al lado de la mesa en la que estaba almorzando en la calle y ni me saludó. Pero, al rato, sintió nostalgia y pasamos unos cuantos años compartiendo la vida… O ese otro en el que a las 12 en punto de la mañana avisaron a uno de mis mejores amigos que acababa de fallecer su madre. Sobrecogedor tanto dolor en medio del bullicio. También dentro de la casa Consistorial, o con las amigas adolescentes, en la plaza. Por no olvidar aquella vez que acabé en un restaurante chino a las 5 de la mañana, después de 19 horas ininterrumpidas de fiesta. O el que decidí correr el encierro después de disfrutar de un 6 de julio épico y la Policía Municipal, con mucho más criterio que yo, decidió invitarme, eso sí, muy amablemente, a que abandonara el recorrido…
Pero, sobre todo, sobre todo, recuerdo aquel 6 de julio de 2005 en el que me ofrecieron el incomparable honor de poder lanzar el txupinazo desde la fachada del Ayuntamiento, esa adornada con Pampilón, Navarrón, la Fama, los Hércules y Prudencia y Justicia. Imposible olvidar ese momento en que abres la puerta del balcón, junto a tu hija que, además, se llama Iruña, y miles de personas clavan tus ojos en ti, con sus pañuelos rojos en la mano, esperando a que enciendas el cohete y, cuando explote, den comienzo las fiestas de San Fermín.
Este año también será increíble. Porque ha sido el año en que se ha publicado EL SECUESTRO DE SAN FERMÍN. Y después de casi seis meses llevando la escalera sanferminera y la historia de Pamplona de salón en salón, por los medios de comunicación y visitas guiadas, al fin parece que San Fermín va a poder este año volver a brillar de nuevo con todo su esplendor y regalarnos, una vez más, las mejores fiestas del mundo.
Vividlas.
Disfrutad.
Que sean inolvidables y podáis disfrutarlas con todas esas personas que queréis y que os quieren.
Nosotros, los pamplonautas, prometemos pasarnos por aquí. Al fin y al cabo, estos son los mejores días de nuestro PLANETA PAMPLONA. Pero seremos breves porque estaremos viviendo el momento.