El otro día la Mancomunidad volvió a sacar visitas guiadas a su sede en el remodelado convento de las Salesas y, claro: nos apuntamos porque nos gusta meternos por todos los rincones de nuestra ciudad y, después, venir a esta web y contároslo.
Una de las cosas que más me gusta de visitar estos edificios antiguos es aprender de la historia escondida en los bajos de nuestra ciudad. Por ejemplo, en las Salesas durante la rehabilitación aparecieron, según se dice, restos arqueológicos desde el siglo I hasta el XX. Una necrópolis romana (me pregunto si la conocerían las divertidas vascorromanas en las que estoy trabajando precisamente ahora), un barrio artesanal medieval con moldes de campanas, unos maravedíes, restos del Palacio de Armendáriz, la Casa de la Aduana y, por supuesto, restos del antiguo convento.
De verdad… ¿No os parece magia, como me ocurre a mí? Yo ya estoy pensando en historias, aventuras, misterios y emocionantes secretos que compartir con vosotros en un futuro próximo…
El caso es que, con todas esas cosas bailando en nuestra cabeza, nos presentamos a que una guía del Colectivo Iñigo Arista nos llevara de excursión por este edificio en Rincón de la Aduana que durante 20 años (creo que dijo que desde el año 2003), estaba en desuso. Cuando haces el recorrido con alguien que conoce tan bien, te cuenta anécdotas y te enseña a ver los detalles la cosa no tiene color.
Entramos al convento-sede de la Mancomunidad por un enorme patio con un pozo de agua que se conserva. Allí se puede ver la fachada rehabilitada del convento, pero también una estructura de madera que sorprende. Más tarde ya nos han contado que es una estructura nueva construida sobre lo que era el pasillo de paseo de las monjas, pero ampliándolo con dos funciones:
- La parte de arriba como espacio de respiro por si crece el número de empleados de la Mancomunidad en un futuro y así que tarde tiempo en quedarse obsoleta (creo que ha dicho que, en la actualidad se ha unificado en este edificio a 210 trabajadores que estaban dispersos por tres locales diferentes).
- La parte de abajo, en el exterior, como espacio de respiro cuando se quieren celebrar actos en el exterior pero, como estamos en Pamplona y aquí llueve a menudo, con un techado encima.
Después, hemos entrado. Y lo primero que llama la atención es la planta baja, la dedicada a atención ciudadana. Rehabilitada en blanco, tonos claros, marcando arcos, como un guiño al pasado del edificio, construida alrededor de un enorme (y precioso) patio interior con una cristalera en el tejado que hace que absolutamente todo esté lleno
de luz.
Los otros dos pisos, igual. Mucho orden. Ligereza. Mucha madera. Simetría. Orden…
Nos ha sorprendido mucho la cantidad de moqueta que se ha colocado en el edificio. Se han colocado porque en el suelo está todo el cableado, etc y se valoró que era la manera más prácticas, económica y fácil de hacer arreglos cuándo se necesita. Pero, por alguna razón por aquí solemos pensar que la moqueta es sucia, y más en un lugar como Pamplona donde muy a menudo vamos a entrar a este edificio con paraguas, las botas mojadas, hojas de la Taconera en las suelas… Pero, la verdad es que, a pesar de eso, queda acogedor.
Y, para terminar la excursión: nos han llevado a visitar la antigua iglesia (actual salón Ansoleaga, donde se celebran ahora las asambleas de la Mancomunidad y también otros actos).
Estos días, por ejemplo, hay una exposición sobre la villavesa (a ver si este mes os hago una entrada sobre esas palabras, villavesa es la más típica, que solamente usamos la gente de Pamplona), desde el coche de caballos (que casi parecía una diligencia de esas del oeste) al autobús eléctrico de la actualidad. Todo eso porque acaba de hacer 25 años de la instauración del TUC (Transporte urbano comarcal). ¡¡¡¡Si!!!! 25 años. Yo también me he sorprendido una barbaridad. Y me ha hecho sentirme mayor. Si todavía recuerdo cuando tenía 6 años y cogía la villavesa con mi madre y mi tía en la plaza del Vínculo al salir del colegio para ir a merendar con la abuela… y hace 25 años hasta participaba en las asambleas de la Mancomunidad y hasta ahora no me había dado cuenta al parecer de que el TUC estaba en pañales…
Bueno, creo que se trata de batallitas de historias que he vivido solamente porque estaban destinadas a alimentar este querido Planeta Pamplona.
Mañana toca otra excursión. Una que me hace una especial ilusión poder contaros (pero de la que no podré colgar prácticamente fotos, porque me he comprometido a no hacerlo). Pero prometo manteneros puntualmente informados, que es de lo que, en realidad, se trata.
Bueno, recupero este artículo para completar uno de esos secretos que hoy desvelamos sobre el edificio y es que donde actualmente está la cafetería en su día era lugar de enterramiento de las monjas de clausura y se encontraron ese pequeño cementerio. Hay quien me ha dicho que recuerda como entregaba la cal para esas sepulturas… y es que eran rituales de aquellos tiempos.
Justo detrás del inexistente altar por su parte izquierda se encuentra la cafetería y en el lateral izquierdo de la iglesia mirándola en esta posición existen unas escaleras de caracol y un mensaje en la pared que dice: