El viernes pasado la ANE/NIE, asociación de escritores de Navarra, hicimos una visita guiada al Fuerte Alfonso XII, es decir, el Fuerte de san Cristóbal. Una de las visitas más emocionante alrededor de nuestro PLANETA PAMPLONA.
El Fuerte, en lo alto del monte de San Cristóbal, que preside, majestuoso, el paisaje de nuestra ciudad fue construida durante las guerras carlistas y en 1938, cuando era considerado como uno de los centros penitenciarios del la península (hacinamiento, mala alimentación, enfermedades, humedad, frío extremo…), fue el escenario de una de las evasiones más importantes de Europa, tanto por su magnitud como por sus consecuencias. Y es, además, 86 años después, un lugar sobrecogedor.
Se llega hasta allí por La carretera de los 7 (7 kilómetros,7 curvas, 7 rectas… y se hizo en 7 meses). Las piedras con las que se construyó el Fuerte son de la misma cantera de donde se sacaron las piedras para construir la Catedral de Pamplona y el acueducto de Noain. Siempre encontrando enlaces en la historia de nuestra ciudad. Y, hablando de historia, una de las primeras cosas que nos contaron fue que en la época de la guerra de la Navarrería había allí un castillo construido en lo alto para tener una visión estratégica de la zona.
Pero lo que no puedes olvidar cuando paseas por esas piedras, por esas galerías frías y húmedas incluso en un día soleado es la terrible fuga que tuvo lugar allí el 22 de mayo de 1938. Una fuga preparada en las celdas 7 y 8 por un grupo de anarquistas que utilizaban el esperanto para comunicarse sin que nadie les comprendieran y la habían planificado para una semana antes, pero llovía tanto que tuvieron que retrasarla porque comprendieron que era una temeridad que cientos de hombres cansados, hambrientos y enfermos trataran de cruzar aquella tierra entre el agua, el frio y el barro.
Trataron de huir 795 hombres. Solo 3 consiguieron llegar hasta la frontera con Francia. Par el resto, las consecuencias fueron devastadoras. 211 fueron asesinados, 14 de ellos, fusilados, acusados de instigadores en nuestra querida Vuelta del Castillo.
El numero de cadáveres fue tan grande que, cuando los cementerios de los pueblos de alrededor se llenaron, enterraron a 131 hombres en una fosa que se ha denominado El cementerio de las botellas porque el párroco del Fuerte colocaba una botella entre las piernas de cada hombre y dentro metía un papel con su nombre y sus datos. Sencillamente, sobrecogedor. Pasear por allí es sobrecogedor a cada instante.
También nos han enseñado, el locutorio al que acudían habitualmente un grupo de mujeres para hablar con los presos y que ellos se sintieran un poco más acompañados en medio de aquellas condiciones inhumanas y de aquella penuria. 7 de esas mujeres fueron arrestadas, encarceladas y torturadas para descubrir si ellas también sabían algo. No sabían nada. De hecho, algunas teorías dicen que si aquellos hombres hubieran confiado en las mujeres que iban hasta el Fuerte a visitarles, la Fuga hubiera tenido más oportunidades o, al menos, muchos más hombres hubieran sobrevivido. Ahora que tantas horas paso investigando sobre las mujeres de Pamplona sé que siempre han sido una pieza fundamental para la construcción de nuestra historia.
Y, para terminar, una historia más blanca… más dulce… y que enlaza con nuestra pequeña simbología pamplonauta: en el Fuerte de San Cristobal, muy cerca de la iglesia, hay una bonita fuente oxidada. La trajeron de Irlanda. Y a alguien le pareció tan bella que la mandó como modelo para construir las fuentes de Casa Sancena que, durante muchos años, pintadas de verde, han ocupado muchos de los rincones de nuestra ciudad.